viernes, 23 de enero de 2015

EL ESTADO DE DERECHO


EL ESTADO DE DERECHO

Sigo con mi lucha interna en cuanto a las dos vías de  pensamiento que mantengo desde hace varios años:

O son muy tontos, muy tontos, políticos y periodistas, pero me parece increíble.

O son muy corruptos y mentirosos, que me parece más increíble.

Pero el resultado es muy claro: Entre todos nos han llevado a la España “Grande y Libre…y Una” que estamos viviendo: La primera en paro y corrupción y la ultima en educación y solidaridad. Así que debe haber algo de ambos.

También habría que pensar en los ciudadanos que votan a los corruptos e insolidarios.

Cada vez me apetece menos escribir, por inmotivación, pero llevo varios meses intentando escribir sobre el “caso princesa Cristina” y quiero adelantarme a las resoluciones futuras.

Escribí hace unas semanas lo que iba a ocurrir con el “caso Esperanza Aguirre” y se ha confirmado. Es lo que pensaba y lo que deseaba por el bien del Estado de Derecho: Siempre preferiré un malísimo juez a un buenísimo policía.

No conozco todo el expediente de la “princesa” pero, por lo que oigo en la tv, el recorrido es nulo…y luego dirán que “los jueces están manipulados y que no todos somos iguales ante la ley. Llevan razón, pero por las tasas y por los costes de los abogados, cuyas minutas están desorbitadas y con el control monopolístico de un Colegio bajo sospecha de parcialidad.

1.- La princesa dice que no conocía el “importe total” de los negocios de su marido. Ha firmado documentos de acuerdos en Juntas y otros “no dinerarios específicos”. Si n conocía el total, tampoco podía conocer la “parte de los emolumentos del marido” por lo que los dineros del palacete podían ser lícitos o no (el 1 % de 100 millones es un millón, pero de mil son 10 millones). Aunque fuera una sociedad sin ánimo de lucro el consorte debía tener una retribución aunque fuera mínimo. No es igual que la exministra que dijo que no veía los coches; ni igual que la esposa del socio que era empleada de la empresa y veía todo el tráfico de operaciones. La princesa nunca ha dicho que “no viera el palacete”.

El Tribunal Constitucional (año 1990) y el Tribunal Supremo, en múltiples sentencias, que arrancan mucho antes del “caso princesa” se citan, uno a otro, para decidir que:

“El principio presunción de inocencia garantiza el derecho a no sufrir sanción que no tenga fundamento en una previa actividad probatoria sobre la cual el órgano competente pueda fundamentar un juicio razonable de culpabilidad (…) sin acreditar la existencia de un mínimo de culpabilidad y de ánimo defraudatorio”

El Tribunal Supremo (2008): La mera cita de los preceptos legales no es suficiente. Motivar la culpabilidad. La Administración debe motivar (…) y si no, soslaya el principio de presunción de inocencia. Y, 4:  “La competencia para imponer  sanciones tributarias previstas en la Ley General Tributaria, corresponde exclusivamente a la Administración Tributaria, siendo evidente que los déficit de motivación de las resoluciones sancionadoras no pueden ser suplidos por los órganos de la jurisdicción ordinaria que, en este ámbito, solo pueden llevar a cabo un mero control de la legalidad”.

Podemos estar de acuerdo, o no, con la politización de los jueces, pero el Tribunal Supremo, único órgano con potestad para interpretar finalmente la ley, debería ser respetado, al menos más que a los políticos y periodistas.

El Tribunal Supremo no va a cambiar su doctrina “para condenar a la princesa”...seria catastrófico.

Luego, los periodistas, que no tienen ni puñetera idea de derecho, para salvar su “ego” dirán que los jueces “están manipulados”.

Pero claro, si los periodistas, son  tan listos, los políticos también, los grandes opositores...genios,  por qué coño España es, o la hemos hecho  “un país de mierda”.

Manuel Pérez.